Pues bien, tenéis contra nosotros las mismas posibilidades que los zánganos reunidos alrededor de la colmena, cuando las laboriosas abejas se lanzan para poner fin a su existencia ahita.
El mendigo que hace poco se llamaba feliz con la raja de sandía i el puñado de porotos, se ahitará mañana en los opíparos festines del magnate improvisado.