Dejaron que el coche partiera y echaron a correr tras él por los caminos enfangados mientras la lluvia, vertida a torrentes sobre sus cabezas, les ensopaba los cabellos y cegaba.
Bajo otra tormenta que terminó por ensoparme, hace unos días, un escritor me regalaba de elogio que me notaba más lírico y conceptual que antes; sobre todo más conceptual.