Uno asumiría que un periodista que trabaja en el vaticano, al menos chapucea el latín, pues históricamente ha estado vinculado a los gajes del catolicismo.
No es cruel; simplemente, cree con sinceridad que él puede hacer cualquier cosa mejor que cualquiera, y es psicológicamente incapaz de quedarse tranquilo mientras los demás chapucean y fracasan.
Tu ejemplo es - otro más - una muestra de que aquí se hacen las cosas improvisando y chapuceando, y lo malo es que el problema no está solo en la educación...