Ser ventajero empujó hacia delitos que ya no eran de poca monta: muchos se vanagloriaron de reventar tarjetas de crédito ajenas, pinchar teléfonos y clavar garantes.
Estirar con el uslero bien delgado, cortar los alfajores del tamaño que se deseen, pinchar con un tenedor y ubicar los sobre una lata apenas enmantequillada.