Habla un castellano antiquísimo: vos, habís, tené, andá; y su conversación está salpicada de provincialismos, algunos de ellos tan expresivos como pintorescos.
Sé que quienes cometen esta ingenuidad le temen al provincialismo, pero al inclinarse desmedidamente por lo foráneo sólo confirman el provincialismo que intentaban evitar.
Como no reina aquí el provincialismo ni la mezquina preocupación de nacionalidad, muchos jóvenes de nuestras provincias i del estranjero colaboran con nosotros.