Un momento después, jadeantes, subiéndose los caídos pantalones de andrajos, que les dejan fuera las oscuras barrigas, los chiquillos, tirándole rodrigones y pierdas...
Y he aquí que, privada de esos dos rodrigones, la película entusiasma y nos lleva a percibir, entre otras cosas, la increíble capacidad expresiva que pueden tener los rostros humanos...
De la misma manera debemos procurarle a nuestro inseguro adolescente un entorno estable y unos padres-rodrigón que ahí están aportando seguridad, para cuando la necesite.
Haces de leña menuda, de pie, contra el cercado de espinos, rodeaban un bancal de lechugas, algunas matas de espliego y guisantes en flor sostenidos por rodrigones.