El vendedor de telas y cintas ascendió a dueño de una tienda o una sedería; aparecieron las casas de arte, las florerías, las confiterías.... y, por último, las galerías.
Andábamos amando las viejas oropéndolas, buscandoi establecidas mariposas entre las sederías insondables, aportando la voz para cubrir el llano originado en el dolor universal del hombre.